
En la lectura de Teresa Caldeira, nos hace percatarnos del dramático aumento de la violencia en Sao Paulo en los últimos años tiene como contrapartida el fracaso de la justicia y de la policía para combatir la violencia, y la creación de formas inéditas de discriminación social. Ciudad de muros analiza en detalle la manera por la cual el crimen, el miedo y la falta de respeto por los derechos de los ciudadanos se asociaron en San Pablo a transformaciones urbanas, produciendo un nuevo patrón de segregación espacial durante las dos últimas décadas
Es así que podemos tener en cuenta que sólo es posible concebir el espacio urbano y la producción cultural como asociados. Aun más: qué hacer cuando el espacio público se repliega hacia lo privado, dispone de zonas residenciales cercadas para ricos y basa lo demás, lo que queda fuera de la muralla, en el discurso de la seguridad, tan eficiente a la hora de identificar el goce de distinción con el ejercicio de la discriminación.
“Los enclaves fortificados son espacios privatizados, encerrados y monitoreados para residencia, consumo, ocio y trabajo. El temor de la violencia es una de sus principales justificaciones. Atraen a aquellos que están abandonando la esfera pública tradicional de las calles al pobre, el ‘marginal’ y el homeless. En ciudades fragmentadas por enclaves fortificados es difícil mantener los principios de apertura y libre circulación que estuvieron entre los valores organizadores más significativos de las ciudades modernas”.
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