lunes, 26 de octubre de 2009

THE HOMELESS BODY - Samira Kawash



El adjetivo público era uno de los de mayor prestigio en el discurso político romano, su alta valoración se debía a su significado: perteneciente al pueblo, a la cosa pública que se decía re pública. El adjetivo designaba al pueblo como protagonista y destinatario de la actividad política del gobierno en la administración del Estado. Ya desde la época de los griegos y sus grandes maestros de la filosofía se fijó que el objeto formal bien común, pero no es la suma de los bienes de cada uno sino las condiciones para la “vida buena” del conjunto. En esa época se hablaba de salus populi – salud del pueblo. Este concepto lo va a recoger Hobbes, la Revolución francesa va a hablar de salud pública hasta llegar al último gran politólogo, Julien Freund, quien va a asimilar el bien común al bien público
Al reducir lo público a espacio, en primer lugar el ciudadano común, se apropia del espacio, se instala y lo usa para sí, los vendedores ambulantes, los piqueteros, las ferias y todos los que viven en y de la calle. Y en segundo lugar la diferencia entre lo público y lo privado se torna cada vez más borrosa. Es que lo público al serle castrado su sentido, su finalidad y ser reducido solo a espacio pasó a ser entendido como de nadie y por lo tanto lo puedo tomar. Claro está, esto no pasa en Alemania que son todos ilustrados pero sucede a diario en todo el mundo bolita que es el nuestro.
Lo público debe de ser pensado como función no puede ni debe quedar reducido a espacio público donde la práctica deliberativa de la democracia discursiva tiene lugar.
Desde el punto de vista liberal se dice que lo público es ineficaz, que lo que es de todos no es de nadie, y, entonces, hay que dejar lo público a la gestión privada ( El correo, el agua, el gas, la luz, la policía, la salud, etc.) y así al privatizar lo público como servicios al pueblo, terminan las empresas privadas regidas por la lógica del beneficio, tarde o temprano, esquilmando al pueblo con sus altas tarifas y sus malos servicios.

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